domingo, diciembre 23, 2007

Oda A La Tranquilidad


Ancho
reposo,
agua
quieta,
clara, serena sombra,
saliendo
de la acciòn como salen
lagos de las cascadas,
merecida merced,
pétalo justo,
ahora
boca arriba
miro
correr el cielo,
se desliza
su cuerpo azul profundo,
adonde
se dirige
con sus peces, sus islas,
sus estuarios?
El cielo
arriba,
abajo
un rumor
de rosa seca,
crujen
pequeñas cosas, pasan
insectos como números:
es la tierra,
debajo
trabajan
raíces,
metales,
aguas,
penetran
nuestro cuerpo,
germinan en nosotros.

Inmòviles un día,
bajo un árbol,
no lo sabíamos:
todas las hojas hablan,
se cuentan
noticias de oíros árboles,
historias de la patria,
de los árboles,
algunos aún recuerdan
la forma sigilosa
del leopardo
cruzando entre sus ramas,
como dura
neblina,
otros
la nieve huracanada,
el cetro
del tiempo tempestuoso.
Debemos
dejar que hable
no sòlo
la boca de los árboles,
sino todas las bocas,
callar, callar en medio
del canto innumerable.
Nada es mudo en la tierra:
cerramos
los ojos
y oímos
cosas que se deslizan,
criaturas que crecen,
crujidos
de madera invisible,
y luego
el mundo,
tierra, celestes aguas,
aire,
todo
suena
a veces como un trueno,
otras veces
como un río remoto.
Tranquilidad, reposo
de un minuto, de un día,
de tu profundidad recogeremos
metales,
de tu apariencia muda
saldrá la luz sonora,
Así será la acciòn purificada.
Así dirán los hombres, sin saberlo,
la opiniòn de la tierra.

Pablo Neruda.-